Hogar, existes, hogar.


Encuentro un poema antiguo y recuerdo de repente lo que es perder la casa, perder el barrio, perder la piel. Recuerdo lo que es romperse en pedazos, sustituir las piezas rotas y retomar de nuevo el ciclo de siempre: mudar la casa, mudar el barrio, mudar la piel; hibernar y esperar a que aparezca alguna pieza del puzzle. Tatuar la palabra h-o-g-a-r sobre los negativos, tapar con salitre las marcas negruzcas que cubren la piel. Encuentro versos antiguos, rescato los pedazos, coso con hilos malvas las esquinas donde amé. Encontrar una casa, encontrar un barrio, encontrar una piel. Mirar a través de los negativos. Encontrar un poema antiguo. Y saberse vivo, aunque sea un segundo, sin tener que pellizcarse la piel.

Hacer el amor con desconocidos
como quien se pellizca la carne
 para saber si sigue vivo. 
 ser habitado  y habitar:
 biografía en negativo.

(Otoño 2010)



10 comentarios:

Jorge Díaz Martínez dijo...

Viejos, como el vino.

Emily dijo...

a lo mejor no es tarde.
tal vez sea pronto.
¿dónde está el hogar?

Annalisa Marí dijo...

Cada año mejores, pues, querido Jorge. Aunque faltará comprobarlo en la piel.

Abrazo.

Annalisa Marí dijo...

tus palabras se me asemejan un mantra, querida emily. esperemos poder averiguarlo pronto, y si no, al menos habremos vivido en muchos hogares distintos.

xxxxx

Unknown dijo...

Con dos dedos me ha retorcido la piel este poema.

Annalisa Marí dijo...

Hurra por las palabras-dedos!

José María Feliu dijo...

DESAPARECIDA CASA (Estado del lugar como espacio de la memoria)

El rumor del mundo, más allá de sus tapias,
era un supuesto innecesario,
el dia amanecía aupado a la aventura del asombro,
mullido paso de un gato huidiza sombra las certezas.

La oración del tiempo, el silencio,
era polvo reposado por el canto de la tórtola,
por guirigáis de vencejos, gorjeos de palomas,
por alegres algarabías de badajos y gorriones.

El sol, curioso oro,
se colaba entre resquicios y estelas
y la alquimia de la luna
lo enfriaba todo hasta la quietud de plata.

La pureza de una sábana siempre blanca,
siempre húmeda,
siempre fría,
entibiada se perdía esperanzada.

Oleaje de viento agitando el océano interior,
el jardín entero,
torbellino de presencias indiferentes
de las que me llegaba su leve aliento.

El mapa de los muros,
caídos o arrancados sus papeles,
desvelaba un paisaje de geografías abandonadas,
de caminos inconexos.

Firmamento de constelaciones de grafito,
cada una con su enigma,
deambulando por aquél elegido cántaro de soledad,
tirando del carro nunca ligero de su utopía.

De su propia historia.

06 de febrero de 2011

Anónimo dijo...

cruzar los colores.

abrazo,
G

Aineta dijo...

y lo que queda...
poemas por encontrar en próximas mudanzas.
Barrios desconocidos que siempre han estado allí, esperándonos.
Vecinos, parques, tiendas... Por donde antes paseábamos, ahora vivimos.

Aineta dijo...

y lo que queda...
poemas por encontrar en próximas mudanzas.
Barrios desconocidos que siempre han estado allí, esperándonos.
Vecinos, parques, tiendas... Por donde antes paseábamos, ahora vivimos.