Cuando las palabras son insuficientes para cartografiar el paraíso, aparecen las islas en el horizonte. Mi corazón se ha cansado de esos arranques de continente, de península, de tierra atada por hombres con caras largas y lazos caros. Somos archipiélagos. Eso lo dijo Álex un día; vivíamos en Barcelona, habitábamos sus esquinas, sus paradas de metro, los bares de chinos y su cerveza española. Ya no vivo en Barcelona y esos archipiélagos que montamos me quedan muy lejos: ahora somos archipiélagos dentro de archipiélagos que habitamos en momentos dorados; somos hogares dentro de hogares y tenemos las chimeneas cargadas de nostalgia. Cuando me deshollinen, volveré a ser isla. Archipiélago contento, roca pequeña, paraíso para el que no bastaron nunca las palabras.
3 comentarios:
esto es precioso...
muchas gracias, chica de las biscotelas, por tus palabras. abrazo!
Muy bien dicho.
El mar será la gran tumba.
Abrz.
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