Al final de todo nos habremos convertido en eso, apenas medio instante silencioso cuando oigamos tu nombre o el mío pronunciados en los labios de otro. Al final seremos la bandeja vacía, el espejo medio blanco donde vertimos gramo a gramo nuestras vidas. Seremos el eco de un graznido de una tarde helada, el destello de aquella bicicleta que bajaba, apresurada, las Ramblas. Seremos ocaso, seremos sarna.
Al final seremos una perpetua marcha atrás, el instante caballeroso que pudo haberlo cambiado todo. El negativo en la prueba de embarazo, la pajita que quema en el cubata. Seremos abismo, caín, otoño. Y solo entonces podremos volver a amarnos del todo.
8 comentarios:
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Sí.
Quizá seremos recuerdo,
o el impulso que dimos, que se multiplicó, mezcló y atenuó en el mar de impulsos que interactúan, originados por todos los que fueron, dirigiendo a todos los que serán.
En el peor de los casos, al final seremos robot.
Aparte de eso te deseo que pases buen verano. Un abrazo.
Thanks, Jorge.
José María, sí, sí, sí. No hay otra.
Me encanta tu optimismo, Paulino. Y en el peor de los casos seremos robot, sí.
Gracias por pasarte,
un abrazo.
Entonces somos sin fin, circulo vicioso, principio y fin, fin en sí mismo.
¡Quién sabe!
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