Ha llegado el otoño. En la terraza se anegan los sueños del verano: tropiezas con ellas al entrar. Te sacudes pero un fuerte olor a perro mojado te persigue; es el otoño que ladra a tus pies. Las palabras abortadas se amontonan en tu vientre. Estómago ardiendo que pide auxilio y la tormenta, afuera, que no arrecia. Como esta tormenta en tu salón, todas las horas del mundo colgadas sobre tus hombros. La hendidura de tu ombligo y en él el reflejo de unas hojas cada vez más marrones. Las promesas y sus garras, apenas un recuerdo lejano. Ha llegado, inexorablemente, el otoño. Las manchas se acentúan sobre sus manos de seda y una manzana se pudre sobre la mesa. Huele a perro mojado. En el salón, las paredes se marchitan. Ha llegado el otoño y, definitivamente, los tiempos del exilio se han acabado.
1 comentario:
me encantan tus finales y me lo paso bomba con la narración. y mi libro?
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