No entiendo porqué nadie quiere dormir conmigo. De acuerdo, tengo algunas manías raras, pero esa no es razón, quiero decir, es verdad, vivo alejada, algunos dirían casi en el campo, y leo poesía, aunque no es tan grave en realidad y no deberían asustar a nadie esos libros que se amontonan en la cama. Lo reconozco, leo poemas de madrugada y a veces son las seis cuando llama el sueño -si es que llama. Leo nada más levantarme. Leo después de comer, a la hora de la siesta y a veces me olvido de dormir. Leo de noche, después de cenar y otras veces también me olvido de dormir. Cuando no leo, escribo o, a veces, escucho recitar a los poetas en viejos cds que olvidaron ciertos amantes. Además, cuando leo, escribo o duermo, llevo los aparatos que llevaba de adolescente. Para mentirme, fingir que no pasa el tiempo, y que sigo siendo joven e inocente. Y preguntarme porqué aún nadie quiere dormir conmigo.
4 comentarios:
queremos una foto con tu aparato puesto!
Fdo: tus grupies
very soon at cinemas near you:
the metal smile and its freckles.
me encanta.
abrazo,
Gracias, George, por pasarte. Una busca siempre el equilibrio, en los Pollocks, los Rothkos o simplemente una silenciosa taza de colacao, aunque no siempre lo consigue. Por suerte tenemos a Billie para recordarnos que, a veces, el equilibrio existe.
Abrazo.
Publicar un comentario