Al principio fue la palabra. En un sótano de París, 11ème arrondissement, parada Parmentiers. Las piedras envolviendo los cuerpos. Los estallidos de los versos en las bocas llenas, las historias escritas en las palmas de las manos y recitadas una última vez frente a un puñado de desconocidos. Sentirse libre frente los castillos de adjetivos olvidados, escuchar un verso de Nebraska que dice "la ausencia es una gran luz con la que iluminar la vida" y no temer el calor que sube desde las rodillas hasta explotar en la garganta. Scintiller dans l'éclat y sonreír.
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