[ haikus de la maternidad ]

           i

quién era yo
y qué diantres hacía
antes de todo esto.


          ii

bañarse juntas
olvidarse del mundo:
desnudo


        iii

tú enferma
durmiendo
yo tu celadora

       iv

desapego
crianza al natural
trending topics

        vi

instagram:
la pesadilla
de un budista

       vii

nuevo mantra:
¿los zapatos?
cuando camine

        viii

vivir un parto
y prometer
no idealizarlo



Zanjando esta etapa ya:




(período de inactividad bloggera, lectora, escritora y/o poética por alguno de los siguientes motivos: depresión/ enfermedad / abuso de cocaína y otras sustancias ilegales / ruptura sentimental / relación tormentosa y/u otras razones ya olvidadas / maternidad )





[ Cosas que escribí 20 semanas después de F ]





Cuántas veces me he encontrado en esta misma situación. Ávida de escribir, repitiéndome las razones por las que no soy capaz de hacerlo y evitando la pantalla en blanco. Cualquier cosa para distraerme. La procrastinación como credo único. Postergar como nuevo mantra. 

Cuántas noches me he esquivado a mí misma. Antes: la cocaína, la fiesta, la posibilidad de una noche infinita- luego vino el saber decir no. 

Cuántas veces he anunciado en las redes sociales que volvía a trabajar, a teclear frente a la pantalla blanquecina de madrugada. Cuántas veces. 

Y sin embargo, ahora las razones son completamente distintas. He pasado los últimos meses cambiando pañales, dando el pecho, mirando hipnotizada las manos, la sonrisa, la mirada, la naricilla. Intentando dormir, y volviendo a empezar el ciclo de nuevo. Me miro en el espejo y no me reconozco [palabras escritas en un poema viejo, de 2010; cómo iba a saber lo que me faltaba por cambiar, lo que me faltaba por envejecer), me miro y veo que he perdido los mofletes, que tengo ojeras, que me han brotado un puñado de arrugas de golpe, que me ha crecido la nariz (no os riáis; estoy segura de que con el embarazo me ha crecido la nariz), que estoy más flaca, que empiezan a salir las canas. 

No me malinterpreteis: salí del paritorio con un subidón de adrenalina que me duró varios días, o varias semanas; F es más buena de lo que hubiera podido imaginar y ahí donde otros bebés lloraban, F sonreía; tengo a mi lado un compañero que no podría ser más ideal ni aunque lo intentara; la temida depresión postnatal no se asomó a mi ventana y de hecho hubiera podido pasearme cantando y brincando desde que F nació. 

No me malinterpreteis. 

Soy feliz.

Es sólo que he tardado en volver  AQUÍ. 



La Tribu de Frida y otras tribus




Se me ha olvidado contaros que, estos últimos meses, me he mudado a otros píxeles, a otras páginas, a otros cuerpos. Comenzó a gestarse algo en mi vientre y necesitaba hablar de ello, reunirme con otras mujeres, leerlas, subrayarlas, escribirles, contarles lo que me estaba pasando. Abrí un blog secreto porque tuve miedo- ya sabéis que en esto del embarazo el tiempo es subjetivo, los tres primeros meses una reza y tacha los días del calendario- y luego, animada por Carmen G. de la Cueva -arrinconado el Miedo, prohibido el Miedo, desterrado del diccionario la palabra Miedo- me pasé a La Tribu de Frida

Es increíble el número de mujeres que me han escrito para hablarme de sus propios Miedos. Es increíble como los Miedos se han convertido, a veces, en Alegrías. Miedos que Cicatrizan. Miedos que se olvidan. Cigotos, Sangre, Abortos Espontáneos: mujeres que hablan de la maternidad o de la ausencia de ella. 

Comprendo a Luna Miguel cuando, en uno de sus artículos de Playground, anima a otras mujeres a escribirle para compartir sus sentimientos. Y es que el sexo, la maternidad, la sangre, han sido y a menudo siguen siendo tabúes de los que nadie se atreve a hablar. Yo nunca había oído hablar de fausse couche (vivo en Francia, así que cuando me anunciaron la Causa de la Sangre yo no comprendí nada; ahora sé que en español se llama aborto espontáneo). Leer a otras poetas y escritoras que habían pasado por lo mismo (Sharon Olds, Sylvia Plath, por citar sólo unos ejemplos) me ayudó a salir del vacío en el que me había instaurado. 

A ocho meses de vientre, de mujer incincta, apenas he leído libros formales sobre el embarazo. A falta de un mes para el parto (en realidad ella podría decidirse a salir en cualquier momento), no he preparado la bolsa de maternidad ni hemos pintado su cuarto. Hemos heredado ropa, muebles, juguetes, pero no tengo ni idea de lo que nos espera en realidad y siguen en cajones. Quizás tenga que dejar la literatura unos instantes y ponerme a planificar. 

Es cierto, hasta ahora no he sido capaz de leer libros sobre el embarazo. Pero libros como Maternidad y Creación (ed. Moyra Davey) , Diario de una Volátil (Agustina Guerrero), El Cielo Oblicuo (Belén García Abia), Nueve Lunas (Gabriela Wiener), The Book of the Dead and the Living (Sharon Olds), Tres Mujeres (Sylvia Plath), L'Evénement (Annie Ernaux), Tiempo de Espera (Carme Riera), Pregúntale al Bosque (Blanca Riestra), me han acompañado mucho más de lo que lo hubieran podido hacer otros libros con listas y listas y listas y otros datos prácticos. Es cierto, hasta ahora me he refugiado en la literatura. Han sido ellas las que me han salvado.  

Voy a publicar los posts que formaron parte de mi blog secreto, Aspirin Babe. Por si a alguien pueden servirles de algo. Porque nunca debí haber tenido Miedo. Porque no debería darnos miedo hablar de la maternidad. 

Gracias. 

annalisa.mari@gmail.com


[ Mudanza infinita: Niza ]




Mi vida es una mudanza infinita. 

Niza, serás mi séptima ciudad. Mi infinitésima casa, la infinitésima vez que deshice las maletas para instalarme de nuevo. Niza, habré de aprender a llamarte Hogar. Niza, en dos meses habré de aprender a hacer de ti mi casa. 

A veces me recuerdas a Pondicherry, a veces a Phnom Pehn. En algunos rincones me has recordado a Lisboa. A veces a Palma, pero no la Palma de ahora, me refiero a la de antes de que acabáramos de vendernos a los turistas. Calles desiguales, edificios de colores con la ropa mojada colgada de sus balcones, hombres apostados en los cafés jugando a cartas y sorbiendo cafés a un euro. 

Niza, en dos meses seré tuya. Niza, en dos meses serás mía. Nuestra. En esta -la primera de mis aventuras- en la que las maletas serán llevadas a dos.