diarios de la india (ix): dioses pequeños, pequeños dioses



"The sad singing started again and they sang the same verse twice. 
And once more the yellow church swelled like a throat with voices". 

Arundhati Joy, "The God of Small Things". 



diarios de la india (viii) : buddha vivía en las afueras



"Perhaps it is the odd mixture of continents and blood, of here and there, 
of belonging and not, that makes me restless and easily bored" 
Hanif Kureishi, The Buddha of Suburbia


"yo he vivido mucho tiempo pendiente de un hilo"
Pablo García-Casado, Las Afueras.




diarios de la india (vii): tres poemas en las afinidades electivas



Las Afinidades Electivas es un blog ideado y gestionado por Agustín Calvo Galán. Es un proyecto ambicioso porque pretende recoger, sin ánimo de juicios ni de crítica, el máximo número de poetas españoles contemporáneos. Hace más de cinco años que leo este blog, y a través de los hipervínculos he descubierto a un buen puñado de autores cuyos libros se han acabado convertido en auténticos libros de cabecera. Recuerdo estar en mi habitación de Melbourne y en la de Phnom Penh, leyendo tantas poéticas, tantos poemas, yo que aún no había aprendido a escribir mi propia biografía. 

Han pasado ya cinco años desde que hablase con amigos como Álex Chico o Antonio María Flórez sobre la posibilidad de enviar tres poemas a Las Afinidades Electivas. Sé que puede parecer algo tan sencillo, una tontería, que os preguntaréis cómo no supe hacerlo antes, si siempre ha estado en mi interminable lista de tareas pendientes. Y es que han pasado tantas cosas en estos cinco años: viví un verano en un bosque de Tramuntana y comí con lo que echaban en nuestra gorra; empecé a trabajar de profesora; habité los afters y los eternos mañaneos; escribí poco y me consumí más; superé la enfermedad y algunas adicciones, y en algunos momentos de claridad viajé, viajé mucho, me perdí en los pasillos de los aeropuertos y acabé en un cine en el Village de Nueva York, una fría Nochevieja; escarbé entre las túnicas de un bereber en el Atlas de Marruecos; bailé de noche entre judíos ortodoxos en un mercado escondido de Jerusalem; volví a vivir en Barcelona; conocí a Marc Kelly Smith y volví a creer en muchas de las cosas que había dejado de lado. 

Y sobre todo, cumplí treinta años, y conseguí tachar de mi lista de tareas pendientes una cosa sencilla, sencillísima en apariencia, pero que a mí me ha costado nada más y nada menos que cinco años. 

Pero ya está, he vuelto. Y espero quedarme un tiempo. 


diarios de la india (vi): gokarna




La soledad del viajero es aquello que ocurre a veces, una fría mañana de diciembre, por ejemplo, cuando apenas ha amanecido y las despedidas pesan como sólo lo hacen las mochilas la noche antes de volver a casa. La soledad del viajero no tiene nada de extraordinario, ocurre a veces y se presenta como una suerte de melancolía extraña. A veces tiene forma de estación de bus abandonada, o de cuerpo infantil deformado por el polio, ese niño casi desnudo que come con las manos en la mesa de al lado. Unas veces la soledad viene en forma de hedor infinito, como también es infinito el agujero negro que corona cada uno de los aseos de cada una de las estaciones de bus algunas vidas. Otras veces toma la forma de capa de grasa sobre el mostrador vacío, o de cucaracha, o de cola de rata escapándose por la cloaca. La soledad del viajero no tiene nada de extraordinario y, de hecho, se parece mucho a la cola de rata: no se sabe por dónde viene, y tampoco por dónde se va. A veces es mejor no preguntar. 




diarios de la india (vi): the sea of stories




'Very well, then,' Haroun said boldly. 'You said it could be a big wish, and so it is. I come from a sad city, a city so sad that it has forgotten its name. I want you to provide a happy ending, not just for my adventure, but for the whole sad city as well.'
'Happy endings must come at the end of something, ' the Walrus pointed out. 'If they happen in the middle of a stroy, or an adventure, or the like, all they do is cheer things up for a while.'
'That'll do, ' said Haroun. 
Then it was time to go home. 

Salman Rushdie, "Haroun and the Sea of Stories"