Quisiera escribir palabras menos cursis esta noche.


Escribir, por ejemplo, "No creo en el amor y me sudan la polla tus besos, capullo". Quisiera dibujar verbos sangrantes y marcas de sudor bien grandes sobre mi cuaderno en blanco. Mostrar los dientes de nuevo, fingir los orgasmos, las sonrisas, vivir en un eterno anuncio de tampones. Menstruar. Pronunciar monosílabos. Decir que no he dormido, que me muerdo los labios porque no me quedan uñas ni pellejos donde esperar. Decir que mi espera es eterna y no quedan bancos. Contar los segundos. Tic. Tac. 


Quisiera escribir palabras menos ñoñas esta noche. Fingir que no te he amado, fingir que no he reído. Olvidar que, aquellos días, durante unas horas, no solo el cielo fue infinito.


paladeo la sal en la roca, respiro azul.



El mar no huele a césped cortado. Ni a incienso. Ni a pasteles de hojaldre dorándose en la cocina. El mar no huele a zapatillas usadas, ni a mantas acartonadas, ni al hueco en la cama que dejan algunos amantes por la mañana. No huele el mar a laca de uñas, ni a aceite de vainilla, ni a casa. Nunca se vio tan grande la roca como desde la casa de la acera de enfrente. Porque es posible creerse hogar lejos de casa, aunque se balancee suavemente frente a la puesta de sol. Aunque no huela del todo a césped cortado.






il y a une île dans mon coeur qui veut sortir.


Cuando las palabras son insuficientes para cartografiar el paraíso, aparecen las islas en el horizonte. Mi corazón se ha cansado de esos arranques de continente, de península, de tierra atada por hombres con caras largas y lazos caros. Somos archipiélagos. Eso lo dijo Álex un día; vivíamos en Barcelona, habitábamos sus esquinas, sus paradas de metro, los bares de chinos y su cerveza española. Ya no vivo en Barcelona y esos archipiélagos que montamos me quedan muy lejos: ahora somos archipiélagos dentro de archipiélagos que habitamos en momentos dorados; somos hogares dentro de hogares  y tenemos las chimeneas cargadas de nostalgia. Cuando me deshollinen, volveré a ser isla. Archipiélago contento, roca pequeña, paraíso para el que no bastaron nunca las palabras.