a veces me acuerdo de los cuartos que he habitado, cuartos alquilados, prestados, cuartos usurpados por una temporada impredecible como los planes de noches locas de juventud. en un año hasta seis hogares más noche tras noche de hotelucho inmundo en asia porque no importan las cucarachas y el agua fría si con ello se consigue alargar el viaje.
las maletas, los posters, las chinchetas, las cajas de los chinos; el divorcio con los compañeros de piso. el divorcio, cuando uno pelea con una persona que ya no le interesa sobre algo que tampoco le interesa. la mudanza, ese inacabable ritual urbano. y de nuevo el ikea. los chinos. pero en medio de todo eso, hoy, un rastro humano. como este mantel de flores en casa de mis abuelos. y mis antiguos dibujos, enterrados bajo álbumes pesados de fotos que poco a poco desaparecen. como un espejismo en medio de tantas maletas y estas cajas de ikea.