Mi vida es una mudanza infinita.
Niza, serás mi séptima ciudad. Mi infinitésima casa, la infinitésima vez que deshice las maletas para instalarme de nuevo. Niza, habré de aprender a llamarte Hogar. Niza, en dos meses habré de aprender a hacer de ti mi casa.
A veces me recuerdas a Pondicherry, a veces a Phnom Pehn. En algunos rincones me has recordado a Lisboa. A veces a Palma, pero no la Palma de ahora, me refiero a la de antes de que acabáramos de vendernos a los turistas. Calles desiguales, edificios de colores con la ropa mojada colgada de sus balcones, hombres apostados en los cafés jugando a cartas y sorbiendo cafés a un euro.
Niza, en dos meses seré tuya. Niza, en dos meses serás mía. Nuestra. En esta -la primera de mis aventuras- en la que las maletas serán llevadas a dos.