Poema de la iluminación

Hemos sido todos hermanos, hermafroditas como ostras
Concediendo nuestras perlas sin cuidado

La propiedad no estaba inventada-todavía
Ni la culpa             ni el tiempo

Observamos el paso de las estaciones, éramos cristalinos como la nieve
Fundiéndonos lentamente en formas nuevas
y las estrellas giraban sobre las cabezas

No conocíamos  la traición

Éramos perlas
Fastidios transmutándose en destellos
Y ofrecidos             sin cuidado

Nuestras perlas se tornaron más preciosas y los sexos estáticos
A la mutabilidad la envolvió una concha,  ideamos lenguajes diferentes
Palabras nuevas para conceptos nuevos, inventamos alarmas
vallas                   fidelidad
Aún...ahora... una estratagema en la comunión
Percepciones infinitas
Me acuerdo
Hemos sido todos hermanos
Y ofrecemos              sin cuidado
Lenore Kandel


(Foto de Lenore Kandel y Timothy Leary,
de Larry Keenan)
**Traducción de Anna-Lisa Marí**

Un poema de Antonio María Flórez

Acabo de terminar la traducción de Desplazados del Paraíso, de Antonio María Flórez, y ya echo de menos sus sinsontes, sus hormigas, sus Agripinas y Nerones; sus sueños, sus arañas; los muertos, y las huidas. En las primeras lecturas uno apenas es consciente de la cantidad de niveles sobre los que se construye la obra: sólo en las lecturas sucesivas se le muestran a uno los recovecos más profundos. Así, cuando uno lleva casi un año desentrañando los rincones más escondidos de los versos más tozudos, diseccionándolos (vocales y consonantes sobre esta mesa, significación en la siguiente, cadencia en la de la esquina, etc. : la construcción con la deconstrucción) llega un día en que inexorablemente la traducción se "acaba" (si es que  alguna vez una obra se "acaba") y los restos mutados de los primeros desplazados descansan inmóviles sobre la mesa, burlones. Es entonces cuando uno -que se había creído dueño de los sinsontes y los trupials, los pit-roigs y los abellerols- debe despedirse de ellos y devolverlos serenamente a su dueño, como un día le fueron dados a él. 
Hace un año, casi, del primer encuentro con los sinsontes en La Cigale, en esa lectura en la que Antonio pensó que sus poemas me dormían porque tenía los ojos cerrados; hace un año ya y estaban Xisca y Álex y Juan y Arturo... y los sinsontes, claro: 

L'àvia tenia
molts ocells engabiats
al pati de les palmeres,
tots ells de plomatge variat
i cant exquisit: pit-roigs,
sinsontes[1], trupials, abellerols.

          Sempre matinava
per canviar-los l’aigua
i servir-los papaia, taronja
o plàtan madur,
abans d’atendre les tasques de la llar.
Algunes nits de lluna,
abans d’ajeure’s,
sortia al pati,
                    obria les gàbies
i els hi parlava molt, molt de temps.
No es coneixen la matèria ni l’abast de llurs discursos.
En tot cas, ningú no volava ni trinava,
romanien absorts,
enganyats, amb les ales mullades;
i jo em demanava en aquell punt:
és la negada llibertat l’afirmació que l’ànima
es corromp a través dels sentits i les paraules,
o n’és un simple gest ambigu del silenci?


[1] N. de la T. : Ocell americà de plomatge terrós que té les extremitats de les ales i la cola, el pit i el ventre blancs. El seu cant és molt variat i  melodiós.

**Traducció: Anna-Lisa Marí**

                

hankover

porque todos llevamos dentro un pájaro azul y un perro que muerde; porque nos acompaña en tardes de resaca y alguna que otra noche desolada; porque lo conocimos en la adolescencia pero lo inhalaremos en los pulmones hasta la muerte, como el más placentero de todos los cánceres; porque bukowski mola, joder, y al pensarlo, uno piensa en las putas de las ramblas de madrugada, los amantes, la absenta, el vino y las anfetas.... y bukowski, nunca ken follet, alumbrando la velada... en fin, tío, lo de siempre, pero diferente:


regreso

"Lo más extraño del viaje 
 —dice— 
es no saber hacia dónde se regresa”
Alex Chico, La tristeza del eco

sed

-tú, que no eres más que un saco de dormir desolado y esperas bajo luces de metal en barajas. tú, que no debiste beber las estrellas, ni languidecer en noches extremas junto a las cucarachas, tú, que prometiste no hablar con desconocidos y mucho menos compartir cigarrillos de hachís. oye, ¿no eras tú no la que prometió defenderse con corazas de miedo? tú, que ahora vuelas y divisas de nuevo el vacío, las ampollas, la nada, tú que decías ser inmune a todo eso, ¿volverías de nuevo?-sin dudarlo -te digo-  a derretirme en sus labios de lluvia y arena.