Capítulo I
Mi primer y único premio literario lo gané cuando tenía ocho años. Mi madre y yo paseábamos por la Vía Sindicato de Palma de Mallorca y nos detuvimos en una mesa que anunciaba un concurso de poemas. Era el día de la madre y había que escribir un poema sobre ellas. Qué fácil, pensé. Cogí el bolígrafo y vomité todas aquellas cosas que mi madre siempre nos decía: una madre lo daría todo por sus hijos, una madre daría la vida antes que ver sufrir a sus hijos, una madre bla bla bla. Al cabo de unos meses, nos llamaron para invitarnos a la entrega de premios. Cuando llegamos ahí no era difícil saber que había ganado algo puesto que solo había dos niños más. Aun recuerdo a mi madre gritándome a la oreja: You've won! You've won! y yo muerta de vergüenza porque era verdad, solo quedaba el primer premio y los otros niños ya se habían ido. Salimos de ahí con una mountain-bike reluciente y nos fuimos a comer al Bar Triquet. Mi madre y el camarero no pararon de felicitarme y de hacer bromas y aquel día yo me sentí la reina del mundo. Con ocho añitos y una bicicleta que no utilizaría hasta diez años más tarde, volvimos a casa llenas de felicidad. Solo entontces nos dimos cuenta de que habíamos perdido el poema.
Casi veinte años más tarde, resulta que el bar Triquet ya no existe, así que sus maravillosas ensaladillas son tan solo un recuerdo del pasado. En su lugar hay una tienda de ropa y la música está tan alta que apenas se puede hablar. Cuando finalmente pude subirme a esa bicicleta tan grande y tan reluciente, me la robaron en la Rambla del Raval unos meses más tarde. Así que si no fuera porque mi madre también vivió ese día conmigo, debería pensar que mi primer y único premio literario no fue más que una mala jugada de mi imaginación.
Capítulo II
El año pasado, después de participar en la segunda edición de la Slam de Palma de Mallorca, hablé con un poeta. Hablé con humildad de mis poemas (era la primera vez que leía en público y aun me moría de vergüenza) y le dije que los había cogido de un blog mío muy viejo que todavía me avergonzaba. Este poeta entendió que yo había plagiado mis poemas y así se lo dijo a todos cuantos estaban en el bar -excepto a mí- quedando como versión oficial que yo había admitido públicamente que plagiaba mis poemas. En fin, que yo no me enteré de nada de todo esto hasta que unos cuatro meses más tarde el rumor había alcanzado todos los patios traseros de Palma y un amigo me dijo:
-Pero anna-lisa, ¿cómo es que plagias tus poemas?
Resulta que en la isla los chismes tienen eco y en esos pocos meses el rumor se había extendido como la pólvora. Personas que juraban no saber nada y personas que ya juraban que yo misma se lo había confirmado. En la isla se empañan las paredes al hablar de los demás. Y no, no es la humedad.
Capítulo III
En la última edición de la Slam de Mallorca, decidí quedarme a gusto y escribí un ¿poema? muy tonto. Se lo dediqué a las personas que me acusaron de plagio el año pasado.
Capítulo IV:
Gané. Me voy a Barcelona el 26 de marzo al Festival Kosmópolis a representar a Mallorca en el Campeonato Nacional de Slam.
Puto punto final.