Ella hablaba de enfermedad en pretérito imperfecto.



Hubo nueve meses de enfermedad, y se le cayó el pelo. Vio sombras claras que le perseguían por los pasillos, escuchó sus voces, sintió su aliento en los tobillos. Escribió p-u-t-a en pasaportes que ya no se creyó capaz de usar, recortó versos, compuso collages que volvió a tirar. Escribió graffitis en las paredes de aquello que llamaban morada. La enfermedad venía disfrazada de sangre, de rutina, de noches de insomnio que tardaba en apagar. La enfermedad se llamaba pan, aceite, queso; pan, aceite, queso; y pan, aceite, queso para desayunar. La enfermedad se encendía cuando se encendían las farolas de la noche. Hubo nueve meses de enfermedad, y se le llenaron las manos de pelo. De ausencia de cielo, de apenas libertad. Durante nueve meses solo vio pasillos, y baldosas de aeropuerto que anunciaban placeres, aunque reflejado en el suelo solo brillaba un manojo de pelo: enfermedad. 



5 comentarios:

José María Feliu dijo...

La vida es la Enfermedad:
verso corto.

Anónimo dijo...

por suerte se sale de ella, es tu cuerpo que te pide que cuides más de ti...

Anónimo dijo...

por suerte se sale de ella, es tu cuerpo que te pide que cuides más de ti...

Sico Pérez dijo...

Muy bueno. de verás; me gustó particularmente el ritmo, se puede uno dejar llevar por la corriente sin pararse a pensar en el sentido.

yosoyesa.com dijo...

Me emocioné mucho ayer cuando leíste este poema, Anna-Lisa. Muchos hemos tenido enfermedades, por suerte también tenemos poesía. Besos, linda.