haiku en el club náutico



 when you love someone
you are scared of getting hurt
and you will get hurt
 Brandon Scott Gorell

 


Odio a las mujeres que lloran a altas horas de la madrugada. Odio sus corazones ilesos, sus dientes blancos, su coño terso ausente de moratones: mujeres que quedaron en la retaguardia nunca vivieron demasiado. Cuando lloran a altas horas de la madrugada, quiero señalarles su corazón ileso a esas mujeres. Gritarles que vivir es hermoso y, joder, hasta caerse de vez en cuando también lo es. Odio el alcohol que hace llorar a esas mujeres. Odio a esas mujeres. Odio sus lágrimas pasajeras. A veces odio y punto. Si las veis decidles que me dejen en paz.




Todos somos poetas.


Que somos todos poetas
No cabe duda alguna
Y no sólo los humanos
Sino también el cocodrilo
Las hormigas y los monos
Son poetas.
Jorge Eduardo Eielson


Los guiris son poetas. Las niñas rubias son poetas. Las bratwurst alemanas cubiertas de mostaza picante y de mahonesa con ajo son poetas. Los cubatas a tres euros son poetas, también las tumbonas azules y los velomares aparcados en la orilla. Casi todos somos poetas. Nos doramos al sol en verano, salimos en barco, perseguimos olas en la playa. Algunos días nos acercamos incluso al lugar donde se cuecen los turistas, nos vestimos riñoneras, cámaras negras y gorras con visera para protegernos del sol. Vemos bailar a los pequeños poetas debajo del sol y a lo lejos relucen un cocodrilo y las hormigas y los monos. Poetas, en fin. Todos somos poetas.