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Cámara Polaroid 600, La Vileta, Mallorca, 2013. |
el ruido de la nevera por la noche es el rúnrún de la carretera en versión nana, la noche de las agujas que sacan sangre, la pintura que se desconcha en las casas y en el recubrimiento de los aviones, en mis sueños no hay baches, no hay trenes, no hay buses, no hay barcos, no hay aviones, no hay estrellas que refulgen en el suelo, no hay parís, no hay chapatis, no hay desconocidos que salvan las madrugadas, no hay orilla porque el ruido de la nevera por la noche es el rúnrún de la carretera en versión nana, porque ya no me arrullan los mosquitos y me pellizco los muslos pero no sangro, me pellizco los ojos y no sangro, estallo en la calma, soy una taquicardia lejana atrapada entre las sábanas, soy el zumbido de los motores y el pájaro descuartizado en la turbina del avión, la presión en las piernas de quien se queda quieto mucho tiempo, la trombosis de quien no sabe volar, el turista que no sabe quedarse quieto.
el ruido de la nevera por la noche es el rúnrún de la carretera en versión nana, el síndrome de la clase turista que ha dejado de volar.