they say she might be writing again, man, that sucks, right?


Vuelves a la página en blanco, al marcador que parpadea en la pantalla. Pensabas que no volverías a hacerlo, querías tirar la toalla, para qué escribir, te dijiste, si afuera sale sol y hay rayas blancas que te llevan directo al sol naciente, al infinito, al lazo de unas manos que te acunan y te cantan canciones que no son de desamor. Pero una mañana despertaste en Barcelona y te fuiste al CCCB a hacer las pruebas de sonido para el slam que había de celebrarse aquella noche. Pasaste el día encerrada tachando palabras y añadiendo otras hasta que un señor mayor te dijo, una hora antes del slam, que practicases frente al espejo. Siempre has creído en los ángeles y a este atisbabas a verle un poco las alas, así que le hiciste caso y quizás solo por eso te fue tan bien. Conociste a otros locos que, como tú, se pasan las horas tachando y añadiendo, y ya no te sentiste tan sola. Por la noche vino el slam y la fiesta y las risas y las copas y las palabras de otros, qué caña, qué disfrute el slam,  je t'aime, sans doute. Pasaste el resto del fin de semana entre flamencos y avestruces y otras aves que aprenden a sacar la cabeza del pozo, y volviste a sonreír. La musa blanca ya no estaba sobre la mesa y volviste a creerte capaz de enfrentarte a la moleskine y a la luz del flexo. Se llenaron los ceniceros, se vaciaron las copas y a lo lejos el reloj ostentaba su vacuo tic tac. De repente fue la hora de subirse al avión. Y en el avión te leíste La Vanguardia y después leíste El País y después leíste El Semanal y cuando no te quedó nada por leer cogiste el BcnWeek y leíste. Unas páginas más tarde rodaron las lágrimas a borbotones por tus mejillas* y cuando fuiste a besarle las manos a la abuela que estaba sentada a tu lado, comprobaste que se había dormido. Y apareció a lo lejos, feliz, tu isla. 




*Nunca antes habías visto tus poemas sobre papel. Ni siquiera sabías que iban a publicarse, puesto que enviaste los poemas hace un mes y no volviste a saber nada más sobre ellos. Cogiste el periódico  de pura casualidad cinco minutos antes de coger el Aerobús. Así que sin despertar a la abuela le diste un beso en la frente. Aunque eso ella no lo sabe, claro. 


5 comentarios:

Unknown dijo...

genial, nena.Genial

Annalisa Marí dijo...

Lo que es Genial es saber que pasas por aquí. Saludos, amigo.

josé maría dijo...

es un sentimiento que conozco, y, mira, después de la noche de la iguana, leí este poema y pensé en ti

Marisa Trejo Sirvent

Con mi propia sombra

A don Jaime Sabines.

'Habría que bajar a bailar ese
danzón
que tocan en el cabaret de abajo'.
Jaime Sabines.

I
Habré de regresar a ese bar
Donde la gente bailaba y reía
A esa forma tan fácil
De hacer amigos
De conocer a alguien
Que te cuente su vida
Sus pequeños problemas
sus proyectos y amores
Esos que quizás nunca realizaron

II
He de volver al puerto
Donde cualquier barco o destino
Era bueno
He de poder comunicarme con desconocidos
Que no hablan mi idioma

III
Ahora
La casa me aprisiona
La casa y su torrente
De vida cotidiana
La pequeña burbuja
En que respiro
A duras penas
He de cortarme
Mi propio cordón umbilical.

IV
Volver a dar mis pasos.
Sonreír al vecino
Soñar la vida
Día tras día
Sin aspirar a más
Tomar el sol
De vez en cuando
Querer tocar el agua de una fuente
Mirar despacio la caída
Del sol desde una banca
De cualquier parque
No ser tan responsable
Ni mucho menos perfecto
Tener lo que llevo puesto
Y lo que he escrito
No contraer créditos
Ni tarjetas inútiles
Ni firmar pagarés
Bailar una samba
O fumar un tabaco negro
Beber ese calvados que envejece
En la alacena
Dormirse y levantarse tarde
Tomar el metro
O caminar varias horas
Despedirse siempre con los ojos llorosos
Inventar nuevas palabras
Para poder entenderse.

V
Dejar la cama sin hacer
Y cocinar con tiempo
A fuego lento
Un conejo al vino tinto
Andar de aventones
Tocar la guitarra
A la luz de la luna
En cualquier playa
Hacer fiestas
En cinco metros cuadrados
Tomar autobuses
Sin rumbo fijo
Seguir a un perro
Que no sea el nuestro
No tener crudas morales
Ni preferir las joyas a las flores
Confiar en la suerte
Dibujar letras sobre la arena
No ser ni claro ni oscuro
Dormir en un hotel
Aunque no tenga baño
Hacer citas con amigos
Que no existen pero que acuden
No morir en París
Y menos con aguacero

VI
Llorar en el baño
Volver atrás lo que ya no se puede
Comprar el periódico
Sólo el domingo
Y Salir a pasear
con mi propia sombra.

josé maría dijo...

Leticia Luna


La luna es un grafitti sobre la ciudad


Cuando no hay canícula
sino lluvia
la luna está fuera de nosotras



Retorno con el beso de la luna
hirviendo en el cuerpo
Soy mujer y a veces
—como a Marge Piercy—
le gustaría quitarse el sexo
y dejarlo guardado
en el armario

Sucede que me canso
de aullar el deseo
en las temporadas de canícula
cuando arden los insectos

Entre la carroña que encuentro
al atravesar la ciudad
resulta que soy pura
que obligo a mis apetitos
a salir de cacería
cuando la selva
es una jungla de concreto

Sobre la alfombra polvorienta
despierto con la certeza
de haber estado con dos leopardas ebrias

La ciudad es una olla express
que gotea sus vapores sobre sí
mientras la luna es el grafitti
más bello de la noche

Annalisa Marí dijo...

Jose Maria, me ha encantado esta Leticia Luna. No puedo olvidar aquello de "la luna es un grafiti sobre la ciudad" Quisiera yo también autografitearme estos versos sobre la piel o esta capa fina de sentimientos.
Gracias, muchas gracias por tus poemas. Amplían el horizonte.
Besos.