en las estanterías: el monstruo se los había comido todos y se había convertido en un experto hombre de letras. ahora eructaba vocales y consonantes sin parar.
(0044)2085604286
0 por ti, por tus canas
0 y tus sábanas blancas.
4 por ti y por que te acompañe un gato negro,
4 por que tus enfermeras sean guapas.
2 por que no te acuerdes de la guerra
0 ni del divorcio ni del hijo perdido.
8 por que te acuerdes de las veces que te llamé
5 desde cualquier esquina del mundo.
6 jamás importó tan poco el dinero
0 en esas cabinas pegajosas.
4 recuerdo tu voz ronca cuando te llamaba.
2 por que me perdones los años que no estuve a tu lado.
8 cuando marco tu teléfono rezo
6 por cosas que ya no existen.
osbaldo y las palabras
a osbaldo le habían augurado un futuro prometedor si se dedicaba al mundo de las letras, pero ahora se arrepentía de haberles hecho caso a esos seres oscuros que se deslizaban silenciosamente por los pasillos de las universidades. sólo él -pensaba-podía haber sido tan iluso como para creerse las promesas de esos aburridos hombres de letras que se refugiaban en sus despachos y que vivían sus vidas a través de las palabras de otros. meros regurgitadores de historias- se decía a sí mismo ahora. sin embargo, osbaldo se había sentido seducido por sus promesas de éxito y dinero y había decidido convertirse en escritor. pensaba que así encandilaría a las mujeres y que éstas le escucharían recitarse a sí mismo y sucumbirían a su dominio de las palabras. pensaba atarlas, dominarlas, acariciarlas - a las palabras, claro, no a las mujeres- y sin embargo, cuando comenzó su esperada novela comprobó que eran las palabras las que se subían a sus hombros, a sus cejas, a esas fosas nasales peludas por las que ya no podía ni estornudar. las palabras se habían rebelado: no querían ser dominadas por cualquiera. el mundo -pensaba osbaldo- es una cruel suma de palabras que nos dominan. no voy a volver a decir una palabra en la vida-. y, aunque siempre caminaba rodeado de una humareda de palabras, jamás se le oyó pronunciar una palabra de nuevo.
**cuadro de diego ingold**
trueque
la semana pasada cambié mis alas por una decena de patas. la araña que me las cambió me convenció de lo maravilloso que sería poder deslizarse sobre la tierra con apenas un leve movimiento de patas. me habló de la belleza pegajosa del barro, de lo delicioso que es sentir cómo se hunden las garras peludas en la tierra helada. me contó que una decena de patas me permitiría llegar a la parte final del arco iris, ésa que sale en los días lluviosos y que vemos perecer con gran tristeza en el horizonte. me dijo que allí abajo había perros alados y pájaros de picos dorados que recitaban a Cicerón. me habló de semillas deliciosas que nunca se acaban. me habló de todo esto, y mucho más, mientras yo trinaba en las ramas más bajas de un árbol que suspiraba. ahora sé porqué. en apenas un segundo, le cambié estas patas por mis alas moteadas y vi cómo se alejaba riendo hacia donde habitan las estrellas. me quedé tirado en la tierra, tropezándome a cada paso con mis patas recién estrenadas. desde ese día, vivo en una jaula de barrotes doblados que no me permite ver el sol. a veces, cuando llueve, escucho trinar las entrañas de un arco iris lejano. entonces lloro, y me acuerdo de lo hermoso que era poder volar.
**cuadro de diego ingold**
esa manía de escribir
a ti te pega ser escritora. hace quince años que no te veo pero te recuerdo trepando a los árboles más altos y arrastrando una fila de libros detrás tuyo. hacías una amalgama blanda con todas las palabras y le susurrabas cuentos a las amapolas. te sentabas con cuidado sobre los lomos de perros alados y te protegías de los insultos con las hojas de un libro que ibas arrancando cada tarde al llegar a casa. venerabas la foto de una rubia que leía y me preguntabas si yo creía que algún día lograrías aguantar un tostón parecido. a ti te pega ser escritora. pero he observado que desde entonces no lees, que ahora te contentas con tatuarte palabras en el cuerpo, que te coses las palabras con tinta negra y ya no las escupes a bocanadas. oye, ¿a ti te pasa algo?
mujer de letras
cuando aina despertó, en lugar de encontrarse a un dinosaurio o a un cocodrilo, descubrió que las palabras del libro se le habían pegado a las yemas de los dedos. por mucho que corriera al baño y se intentara limpiar las manos con jabón, no logró desprenderse de esa sopa de letras que le anegaba los pliegues de los dedos. se detuvo a deletrear los surcos de las manos, cosiendo por turnos vocales y consonantes. cansada de navegar, se tumbó en el diván y abrió el libro por donde lo había dejado pero lo soltó de golpe, asombrada: las palabras habían desaparecido. se miró los dedos de las manos. por suerte, las palabras seguían ahí. aina suspiró aliviada y volvió a la lectura de su libro. lo que aina no podía prever era que ya no había vuelta atrás: las palabras seguirían ahí incrustadas para siempre. aina era ya toda una mujer de letras.
**Foto de Sally Mann**
encuentros
un encuentro: una verdad a medias, la molestia inicial cuando alguien interrumpe tu lectura en el bar, esa frase idónea que se queda sin decir. un encuentro: la pequeña muerte en un hostal donde nunca estuviste, o una despedida que perece antes de tiempo. los pasos que nunca volverás a dar. el encuentro: un terrón de azúcar o el agujero de unas medias rojas, las llaves de una puerta que se abre y tras cuyo umbral te espera inevitablemente el resto de tu vida. los no-encuentros: esos naipes que dejas tirados en la calle y que te separan irremediablemente de todo aquello que hubiera podido ser. las no-puertas, los no-encuentros. la vida, esa sucesión infinita de las puertas opacas que se quedan sin abrir. sobre los no-encuentros habla eva frade. encontré su cuento en el armario más remoto, entre el gato y una caja de zapatos. dice así.
**Foto de Sally Mann**
no es que me muera de amor...
no es que me muera de amor, es que no me importa la perspectiva de un futuro turbio, ni el peso de todo-el-tiempo, ése que escribe la historia (aunque no Mi-Historia) sobre las espaldas. no me importa la resaca crónica de cada mañana en que me levanto blandiendo la espada (ya no Tu-Espada) y torciendo la boca, ni la pasarela de madera sobre las que paseo mis medias rojas. no es que me muera de amor, es que ya no me importa que se balanceen las horas limítrofes en los días inciertos. tampoco me importa que el naipe encontrado en la calle confirmara mis calambres. tú: mi soledad. nada de esto me importa porque te has ido. y más te vale que no vuelvas. prefiero un futuro incierto a las magulladuras de un presente contigo.
**Dibujo de Miss Van**
libre de no ser
de noche, murciélagos que revolotean en las galerías húmedas de mi cabeza. de noche, las sábanas frías y los muñones, la ceniza que se pega a los talones y el acero que recorre mis venas una a una. de noche, tú. tu. recuerdo. de noche las imágenes del porno de ayer. de noche soy, joder. de noche soy. y duele. de noche los recuerdos me pinzan las muñecas y no puedo huir. de noche, soy. y busco. sin duda, la muerte.
de día, me despierto con la resaca de todas aquellas noches en que no bebí, ni fumé, aquellas noches en las que ni tan siquiera follé. es de día y los murciélagos no están. los muñones tampoco. pienso en ti, pero ya no me duele. hoy bebo tan sólo la luz de este nuevo día. soy. sí, y cuán libre. libre de no ser la que fui ayer noche. libre de no ser. al fin.
**Foto de Ouka Leele**
los locos de la luna
hay encuentros. y desencuentros. hay lunas rojas que muerden y hay besos suaves como aleteos de mariposa. cuando en palma, haz lo que vieres. también las excursiones a corea, las abuelas que saben de felicidad y los granos de arena que se enredan en las bragas. también tu aliento, que se enreda. en. mí. como estos polvos blancos que se me enredan en la nariz. feliz. navidad. feliz. año nuevo. encuentro que en palma llueve sobre mojado, sobre una tinta china que tatúa muñecas, mejillas y muñones. los locos de la luna destilan esta tinta salvaje y beben de gotas más luminosas. las únicas gotas que te dan la vida.
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